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Qué hace que una pareja dure? 3 componentes que no pueden faltar

“El amor es la mayor causa de consulta psicológica, afirma Luis Muiño, psicólogo, escritor y divulgador, al inaugurar su charla parte del ciclo Aprendemos Juntos 2030 de BBVA. El 90% de las personas que vienen a terapia lo hacen por problemas amorosos”.

Aunque cueste aceptarlo, el amor –esa fuerza que tantas veces se celebra como sublime– también es la principal fuente de sufrimiento emocional en la mayoría de las terapias. Y si esto ocurre, dice, es porque estamos atrapados en una forma de amar que viene del siglo XIX y seguimos repitiendo como si fuera actual.

Muiño desmonta sin rodeos los pilares del amor romántico tradicional. Lo define como un modelo que se basa en la adicción, la posesión y la idealización. Estas tres características, lejos de ser ingredientes de una historia sana, suelen derivar en vínculos tóxicos, dependientes y, naturalmente, decepcionantes.

Seguimos funcionando exactamente igual que en el Paleolítico”, sentencia, aludiendo a cómo nuestras hormonas –dopamina, oxitocina–, las mismas que servían para que nos quedáramos con nuestra pareja en la cueva, aunque fuera insoportable, porque fuera acechaban los tigres de dientes de sable. Estas, explica, nos empujan a vincularnos de una forma muy poco racional y muy automática, aun cuando la realidad actual exige otra cosa.

Muiño explica que el enamoramiento actúa como un “narcótico interno”, activando mecanismos cerebrales que nos hacen ver al otro no como es, sino como queremos que sea. Esto incluye sesgos como el “efecto halo”, que lleva a deducir cualidades inexistentes a partir de una sola virtud percibida.

El enamoramiento hace que pongas un foco solo en lo que te gusta de la otra persona. Por lo otro, no preguntás”, observa.

Este mecanismo, si no se desactiva a tiempo, puede llevar a lo que llama “costo hundido”, el motivo por el que muchas personas siguen en relaciones sin futuro solo por el esfuerzo invertido.

Detrás del romanticismo se esconde una concepción del amor basada en la fusión, la dependencia y la expectativa de que el otro encaje perfectamente en nuestras carencias

Muiño señala que gran parte de nuestras ideas amorosas están contaminadas por historias de ficción que exaltan el sufrimiento como parte del vínculo. “¡Seis muertos en tres días! Eso es ‘Romeo y Julieta’. Y creemos que eso es una bella historia de amor”. No lo es, enfatiza.

Algo similar ocurre con el mito de la media naranja, que considera destructivo: “Si existiera semejante cosa, sería terrorífico”.

El mito, que proviene de un relato de Aristófanes retomado por Platón en El banquete, plantea que los humanos originalmente éramos seres completos, pero los dioses –molestos por nuestro poder– nos dividieron en dos mitades. Desde entonces, buscamos reencontrarnos con “nuestra otra mitad”.

Detrás de esta idea romántica se esconde una concepción del amor basada en la fusión, la dependencia y la expectativa de que el otro encaje perfectamente en nuestras carencias. Pero eso, dice Muiño, no es apertura, es encorsetamiento. Es una fantasía que anula la posibilidad de que la otra persona sea quien realmente es.

“El mito de la media naranja destruye algo que es esencial en el amor consciente: la atención plena. Si buscás la media naranja, estás proyectando. No estás viendo a la otra persona”, plantea el psicoanalista. «Yo creo que el amor no nos tiene que complementar. Al revés, nos tiene que fracturar un poco. Hacernos un agujerito por donde pueda entrar el otro”.

El ‘casting emocional’ es una herramienta para elegir pareja con criterios propios, antes de que las hormonas del enamoramiento nublen la evaluación racionalHAILEY SADLER – NYTNS

Muiño se apoya en el triángulo del amor de Robert Sternberg, un psicólogo que investigó durante una década las claves de las relaciones que funcionan. Ese triángulo tiene tres vértices fundamentales:

Si falta alguna de estas tres patas, lo que hay puede ser otra cosa, pero no pareja”, concluye categóricamente.

Uno de los conceptos más provocadores de su charla es el “casting emocional”. Muiño propone aplicar este método en las primeras citas, antes de que las hormonas del enamoramiento tomen el control. ¿Cómo? No con preguntas que inviten a la mentira, como “¿Estás a favor de la honestidad en un vínculo?”, sino con preguntas cuyas respuestas reflejen patrones y conductas como “¿Cómo terminó tu última relación?”.

Hay que pensar cinco o seis cosas que sí o sí tiene que tener tu pareja. Y si no las tiene, no te arriesgues. Un amor puede durar 30 años en liquidarse”, advierte.

El modelo del psicólogo Robert Sternberg plantea que toda pareja duradera debe tener intimidad, pasión y compromisoShutterstock

Aunque reconoce que las parejas inevitablemente nos transforman, la diferencia está en hacia dónde nos llevan. “Una pareja sana nos ayuda a ser nuestra mejor versión. Una pareja tóxica nos transforma hacia la toxicidad”. Y si bien admite que sigue cayendo en las trampas del amor, insiste en que la clave está en repensarlo. “El amor no se encuentra, se hace. Hay que trabajarlo”.


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