Javier Milei fue el principal orador del evento denominado como “el más antizurdo del mundo”. Como suele hacer, subió al escenario cantando “soy el león” de cara a los 2.500 espectadores que logró juntar en el hotel cordobés. Allí, volvió a escalar la pelea con la vicepresidenta, a quién directamente llamó “bruta traidora” por haberse ubicado, demagógicamente, respaldando el último aumento a los jubilados. Sobre la ley de aumento del bono jubilatorio y la emergencia en discapacidad anunció justamente que el veto se encuentra próximo a salir, como se esperaba.
En esta sintonía volvió a justificar su visión del mundo para unos pocos: “Si a cada una de nuestras necesidades le vamos a llamar derecho, es imposible porque los recursos son finitos. Esas ideas han hecho de que de ser uno de los países más ricos del mundo, nos mandaran a la B”. Una forma de justificar jubilaciones de hambre para los adultos mayores. Mientras tanto, el presidente no pierde oportunidad para llamar “héroes” a los miembros de la elite más privilegiada, como lo hizo hace pocos días en el Jockey Club.
El presidente también despotricó contra el gobernador Axel Kicillof, a quién llamó –“parásito”, en un intento por polarizar las próximas elecciones, prometiendo que “los vamos a aplastar en las urnas”. Sin tomar nota del evidente desencanto electoral que vienen expresando millones de personas mediante el ausentismo. En la misma sintonía cargó contra el senador José Mayans, al que llamó “morsa inmunda”.
En clave autocelebratoria, como fue todo el evento, Milei se dedicó a elogiar a la tropa propia: tuvo palabras de aliento para el privatizador serial, Federico Sturzenegger, a quién felicitó por realizar “8.000 reformas estructurales”. De modo similar se refirió a Luis Caputo. Llamaron la atención los elogios a Daniel Parissini, el “Gordo Dan”, a quién apodó como “ese coloso que los asusta desde el streaming”. En lo que puede interpretarse como un intento conciliador entre las distintas alas libertarias luego del áspero cierre de listas en la Provincia de Buenos Aires, donde “Las Fuerzas del Cielo”, la agrupación que responde a Santiago Caputo y de la que participa el streamer, quedara marginada. El mismo Dan, afirmó ante los medios “sin rencores por las listas”. Sin embargo, fue sugestiva la ausencia de Santiago Caputo.
El evento autocelebratorio de la ultraderecha, previo a que Milei tomara la palabra, contó con la exposición de varios de los referentes libertarios. Entre ellos estuvieron Agustín Laje, que se refirió en forma homofóbica al diputado Paulón y se dedicó a trazar relaciones bizarras entre el Antiguo Testamento, Freud, la envidia y la izquierda. El Gordo Dan por su parte despotricó contra “los zurdos hijos de una gran puta”. El biógrafo de Milei, Nicolás Marquez, aprovechó su turno para decir que (los derechistas) “estamos en guerra” y se preguntó “¿Qué tenemos que hacer con nuestros enemigos? Tenemos que exterminarlos políticamente, no podemos sentarnos a dialogar”. Todos en clave patotera y sin hacer alusión al plan económico que no cierra y la creciente debilidad política que expresa el gobierno en distintos ámbitos, como refleja la derrota recibida en el Congreso las últimas semanas.
Esta “mística” derechista estuvo acompañada de una fuerte dosis de oscurantismo. Tres pastores comenzaron el acto, diciendo cosas de dudosa coherencia como “No puedes relativizar lo que es ser mujer, ser hombre, ser una roca”. También llamaron a “expulsar el marxismo cultural de la Argentina”. Luego, la pastora Barroso cargó contra el movimiento de mujeres y la histórica conquista del derecho al aborto al plantear que “No vamos a permitir que nos borren y no vamos a permitir que a nuestras madres y abuelas que les digan que fueron inferiores por formar familia”.
Se trató de un verdadero circo reaccionario, que combinó merchandising, patoteadas y autoelogios. Nada que alcance para tapar el creciente malestar social que se viene expresando en las calles, la suba del dólar que amenaza poner en jaque el plan económico, quizás incluso antes de octubre y la creciente debilidad política.