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La nueva generación de la realeza hereda el trono de Luxemburgo en una ceremonia histórica

El diminuto pero rico gran ducado de Luxemburgo, enclavado en el corazón de Europa, se está en vísperas de un relevo histórico. Este viernes 3 de octubre de 2025, el gran duque Enrique, de 70 años, firmará su acta de abdicación dejando el camino libre para que su primogénito, el príncipe heredero Guillermo, de 43 años, asuma el trono como séptimo soberano de la Casa de Nassau-Weilburg.

La ceremonia del «Trounwiessel» —el traspaso del trono en luxemburgués— no es solo un cambio de generación, sino el cierre de un cuarto de siglo de transformaciones bajo Enrique, quien reinó en el país a través de crisis globales y avances sociales, hacia una era liderada por una generación más joven, comprometida con la sostenibilidad ambiental y la integración multicultural.

El gran duque Enrique de Luxemburgo abdicará al trono de su país tras 25 años de reinado.

El príncipe Guillermo heredará el trono para convertirse en el monarca más joven de Europa. Su hijo mayor y nuevo príncipe heredero, Carlos, tiene cinco años.

La monarquía luxemburguesa, única en su forma de gran ducado soberano, se remonta al año 963, cuando el conde Siegfried adquirió las tierras de “Lucilinburhuc” y erigió un castillo que daría origen a la nación. Evolucionando de condado medieval a ducado en 1354 bajo el sacro emperador Carlos IV, el territorio pasó por manos borgoñonas, españolas y austriacas, hasta que el Congreso de Viena en 1815 lo elevó a gran ducado en unión con los Países Bajos.

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La independencia plena llegó en 1890 con la ascensión del duque Adolphe de Nassau, fundador de la dinastía actual, tras la extinción de la línea holandesa. Hoy, como monarquía constitucional, el gran duque ejerce un rol representativo y simbólico, promulgando leyes, nombrando al primer ministro con aprobación parlamentaria y encarnando la unidad nacional en un país de apenas 660.000 habitantes y más de 170 nacionalidades.

Bajo la Constitución de 1868, reformada en varias ocasiones, el Gran Duque no posee poder ejecutivo directo, pero su figura ha sido pivotal en momentos de consenso, como la introducción de la igualdad de género en la sucesión en 2011 o la legalización del matrimonio igualitario en 2014.

El gran duque Enrique se despide tras un reinado marcado por controversias

El gran duque Enrique es el sexto soberano de Luxemburgo. Su esposa, María Teresa Mestre, una cubana nacida en La Habana, es la primera soberana consorte de Europa nacida en Latinoamérica.

El reinado de Enrique, que comenzó el 7 de octubre de 2000 tras la abdicación de su padre, el gran duque Juan, ha sido un período de estabilidad y adaptación en un Luxemburgo que pasó de ser un modesto centro financiero a un pilar de la Unión Europea. Hijo del gran duque Juan y la princesa Josefina Carlota de Bélgica, Enrique —nacido en 1955— asumió el trono con solo 45 años, jurando ante la Cámara de Diputados.

Sus primeros años coincidieron con el auge económico post-euro, pero pronto enfrentó pruebas como los atentados del 11-S en 2001, a los que respondió con un mensaje de condolencias al presidente George W. Bush, o la fundación de la Universidad de Luxemburgo en 2003, que impulsó la investigación y la atracción de talentos internacionales.

El gran ducado de Luxemburgo tiene una larga tradición de abdicaciones, que comenzó hace más de 100 años. El último gran duque que abdicó fue Juan, que cedió el trono a su hijo Enrique en octubre de 2000.

La gran duquesa María Teresa, su esposa desde 1981 y originaria de Cuba, complementó su labor con un enfoque humanitario: en 2003, inspirada en el economista Muhammad Yunus, lanzó la Fundación Grameen Crédit Agricole para microcréditos en África, y en 2007 fue nombrada «Campeona Eminente por los Niños» de UNICEF, abogando contra el VIH pediátrico y visitando prisiones en Burundi en 2009 para denunciar sus condiciones inhumanas.

Pero el reinado de Enrique también navegó tormentas: en 2008, expresó reservas de conciencia ante la ley de eutanasia, lo que desencadenó un debate constitucional resuelto en 2023; durante la pandemia de Covid-19 en 2020, decretó un estado de emergencia y pronunció un discurso televisado instando a la unidad, en un país que registró 1.123 fallecidos.

Políticamente, supervisó la continuidad de gobiernos estables —de Jean-Claude Juncker a Xavier Bettel y ahora Luc Frieden— y presidió la UE en 2005, reforzando el rol de Luxemburgo como promotor de la cohesión social. En 2018, promulgó la ley para promover el luxemburgués, lengua nacional, y en 2017 asistió a la COP23 en Bonn, alineando la monarquía con la lucha climática.

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El nuevo gran duque de Luxemburgo, Guillermo

Guillermo prometió «defender en todo momento los valores fundamentales consagrados en la Constitución», al tiempo que dio la bienvenida a «una nueva etapa en (su) vida personal» como padre casado de dos hijos pequeños.

En el centro de esta transición brilla Guillermo, el heredero que encarna la frescura de una nueva generación real, preparado meticulosamente para asumir un rol que combina deber público con valores contemporáneos.

Nacido el 11 de noviembre de 1981 en el Hospital Materno Infantil Gran Duquesa Carlota de la capital —a diferencia de sus predecesores, nacidos en castillos—, Guillermo creció en el Castillo de Fischbach junto a sus cuatro hermanos menores: Félix, Luis, Alexandra y Sebastián, hijos de Enrique y María Teresa.

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Su educación bilingüe en luxemburgués y francés comenzó en la escuela primaria de Lorentzweiler y el Liceo Robert Schuman, antes de trasladarse a los internados suizos Le Rosey y Beau Soleil, donde cultivó pasiones por la música —tocando piano y guitarra en una banda de rock escolar— y el teatro.

Fluido en alemán, inglés y español —heredado de su madre cubana—, se graduó en 2001 con un bachillerato francés y prosiguió estudios en política e historia en las universidades de Durham y Brunel en el Reino Unido, culminando con una doble licenciatura en Artes y Ciencias Políticas en la Universidad de Angers en 2009. Entre 2018 y 2019, completó un posgrado en el Real Colegio de Estudios de Defensa de Londres, profundizando en asuntos globales.

A la cabeza de un país de unos 660.000 habitantes, de los cuales casi la mitad son extranjeros, el gran duque seguirá asumiendo las principales funciones representativas de su país, enclavado entre Bélgica, Alemania y Francia, en los grandes acontecimientos.

Militarmente, el príncipe Guillermo se formó en la Academia Real Militar de Sandhurst, Inglaterra, obteniendo el rango de coronel en el Ejército luxemburgués en 2002; al ascender al trono, será promovido a general y asumirá el mando supremo bajo autoridad gubernamental.

Su preparación incluyó internships en empresas como Deutsche Bank y ArcelorMittal, y desde 2001 preside misiones económicas en 70 países, representando a Luxemburgo en foros como la ONU en 2005 o el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE en 2012. Miembro del Consejo de Estado desde 2005 hasta su reciente nombramiento como lugarteniente-representante en octubre de 2024, ha presidido ceremonias de acreditación de embajadores y eventos como la inauguración de NEXUS2050, un hub para la transición ecológica.

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Apasionado por la naturaleza —inspirado por su abuelo Juan—, fue jefe explorador nacional desde 2019 y presidente de la Fundación Mundial de los Scouts hasta 2023, recibiendo la Medalla del Lobo de Bronce en 2024. Presidió la Fundación Kräizbierg para discapacitados durante una década y es patrono de la Junta de Comercio e Inversión.

La familia de Guillermo añade calidez humana a esta sucesión: casado desde 2012 con la condesa belga Estefanía de Lannoy —a quien conoció en una fiesta en 2009, tras años de amistad—, la pareja celebró una boda civil y religiosa en la Catedral de Notre-Dame, oficiada por el entonces alcalde Xavier Bettel, en medio de realeza europea, aunque empañada por la muerte de la madre de Estefanía meses antes.

Los grandes duques Enrique y María Teresa con los futuros soberanos, Guillermo y Estefanía, y sus dos hijos.

Guillermo y Estefanía tienen dos hijos: el príncipe Carlos, de cinco años, nacido en 2020, y el príncipe Francisco, de dos. La futura gran duquesa consorte, con formación en filología y derecho, ha apoyado causas como la integración de refugiados y la salud mental, fortaleciendo la imagen accesible de la Casa Gran Ducal.

Las ceremonias de abdicación se extenderán del 3 al 5 de octubre, culminando un fin de semana festivo transmitido en vivo por televisión y online.

El día 3 comenzará a las 10:00 en el Palacio Gran Ducal con la firma del acto de abdicación por Enrique, un gesto solemne en la Sala del Trono restaurada, grabada con el monograma ‘H’ que dará paso al ‘G’ de Guillermo.

A las 11:00, en la Cámara de Diputados, el nuevo soberano jurará fidelidad a la Constitución ante parlamentarios y dignatarios, incluyendo royals como los reyes Felipe y Matilde de Bélgica con su hija Isabel, y los reyes neerlandeses Guillermo Alejandro y Máxima con su hija, Catalina Amalia.

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El presidente francés, Emmanuel Macron, su homólogo alemán, Frank-Walter Steinmeier, se encuentran entre los invitados que se espera que asistan a una ceremonia para conmemorar el traspaso en la capital.

Este relevo no solo asegura la continuidad de una monarquía histórica, sino que proyecta a Luxemburgo como un faro de estabilidad en un mundo volátil. Bajo Guillermo, se espera un énfasis en la agenda verde —inspirado en sus raíces scout— y la promoción de un país multicultural, donde el 47% de la población es extranjera.

Como señaló un analista en la cadena local RTL Today, el legado de Enrique deja «una memoria ambivalente» pero sólida, mientras que la juventud de Guillermo promete una corona más dinámica, menos turbulenta y profundamente arraigada en los valores de servicio y empatía.

ds / em

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